Sentados los dos, en las rocas, a la orilla de la playa, sin mencionar ninguna palabra, mirando como el sol se oculta, dejando a la luna como la dueña del cielo.
La luna es reflejada en las cálidas y extensas aguas del océano, y yo me veo reflejado en sus ojos empapados de lágrimas, las cuales bajan a su boca y comienzan a atraerme hasta quedar totalmente pegado a sus labios, cierro los ojos y siento al sol salir nuevamente dentro de mí, el cual llega hasta mi pecho y siento una sensación de explosión de emociones y sentimientos encontrados, los cuales hacen que mis ojos derramen unas cuantas lagrimas y se fusionan con las suyas y caen para ser parte del océano y su más profunda sensación de vida.
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